Simpatia por nada más.



Fue una tarde bastante nublada (que apenas recuerdo) cuando todo comenzó de nuevo. El aire de la calle, las hojas al caer nuevamente, había pasado todo un año ahí dentro y sin notarlo hasta mis uñas habían crecido un poco también. Los silbatos habían dejado de sonar por fin y la hora ya no era un problema, no tenia que seguir ningún tipo de regla, claro, nada más las del mundo.
El mundo, así mismo, imponía cosas que había olvidado, el frió, el calor, mis pies mojados por la lluvia, otra vez el amanecer y toda esa gigantesca cosa de las miradas que me atacaban pero sin sentir desprecio, aprendí a obligarme y no darles espacio. Verlos otra vez (pensé en voz baja), rematando sus historias con finales felices, amedrentando sus vivencias cuando yo no tenia nada para contar más que semanas y ocasos para este día. Nunca supe que decir, quizás el letargo era tan inmenso hasta más grande que la propia inmensidad, lo cual tapaba el sol, la luz y todo lo que lo rodeaba sumergiendome en una esfera negra que no dejaba ver nada ni a nadie, pero ellos si, me observaban, se frotaban las manos al saber que yo estaba allí y comentaban de modo amenazador cuan contentos estaban de verme nuevamente, pero sabían muy bien que no era el mismo. Suplicando al sol que caiga y la noche que llegue, ese fue mi primer día de regreso. Al dormir, todavía no podía sentirme ubicado en el lugar donde estaba, supuse que era uno de esos tantos sueños que por las noches se presentaban, pinchándome los brazos, haciendome vacilar con mi pensamiento sobre esas marcas que dejaron sus aguijones y metiendo su bocota por todos lados hablaba sin permiso, sonriendo a carcajadas roncas y chillonas aumentando así mis latidos hasta hacerme despertar. Los sueños eran todos mas o menos parecidos, alguien me corría, me arrinconaba, cortaba mi cuerpo en dos, lo tragaba, masticaba un poco y cuando perdía el sabor era escupido como si no valiera nada, como una goma de mascar de frutilla que no tenia más gusto, así me sentía yo. Luego de todo eso, después de ser corrido, arrinconado, comido y escupido, luego de eso querían que los entienda y les hable. Nunca pude saber porque tenia aquella noche ese tipo de sueños, pero la almohada era suficiente para tapar mi cabeza y sentirme un poco mas protegido aquella noche. Al despertar en mi cama (otra vez) pude entender la cuestión, ¡estaba afuera! ¡estaba de regreso!. Mi madre, atenta y como si nunca hubiera pasado nada vaciló al momento de traerme el desayuno interrumpiéndose en la parte y dudando al decir ... ¿queres café o.... té?, quedo demostrado que al igual que yo, sus huesos se hicieron más fuertes y sus ojos celestes estuvieron llenos de lágrimas muchas mas lo cual la está haciendo dudar ahora mismo de ella y de mi. Todavía en mi sueño y pensando en la noche anterior me quite las sabanas y logre llenar algunas ausencias, el frió de este invierno cortaba cualquier tipo de actividad al aire libre pero supongo que mi música todavía me acompañara a menos que haya encontrado otro amor que la arrope y respete como yo.
Las encias sangraban por el claro descuido que tenia de mi mismo, por fin el cariño de alguien mas se iba a notar en mi cabello y la preocupación asombraba a todos a mi lado, todos los caminos conducian al mismo dolor que era recaer en esta sociedad inepta y prejuiciosa.
Pasaron los dias y la cosas no fueron más que normales, ¿¡normales!? ¿¡que es normal!? las voces otra volvieron y se ponian de acuerdo para rugir con un sonido stereo que no era ni el de floyd ni el de zeppelin, era aturdidor, por más desafinado, quizás me hacia tantear las cuerdas del ring para avisarme que otra vez iba a caer.
Amarrado de pies y manos, con los barrotes cortando la luz del sol habia sido otro sueño más, otro deseo que no llegaba y quizás, me empujaba un poco más hacia la locura..

Continuara.

0 comentarios:

 
©2009 Augusto Rivarola | by TNB