Un borrador inoportuno.

Uno no espera lo que el destino puede ofrecer, podemos hacernos de alguna verdad si damos vuelta los ojos y exploramos un poco mar adentro, pero esto va más allá.
¿Porqué termina mi noche recordando seiscientas treinta que había olvidado, y aún ahora, necesitaba alejar de mi por mucho más tiempo? Se que no es la ausencia de coraje, ni una forma de correr, parece a lo lejos la impostura de una verdad que me destroza.
Bajaba en la C cuando todavía me sentí parte del pueblo, como si fuera una piedra más de las calles de San Pedro. A cada paso mi revoloteo de ojos se torno más incesante, caminar por Pueyrredon sin sentido tenia más sentido que mi ilusión, pero así fui olvidandome de buscar, esperando encontrarte entre los hombrecitos con relojes antiguos como muecas, que corrían patarreando por toda la avenida en busca de un Taxi o persiguiendo algún bólido que no piensa detenerse.
Este es un borrador que nunca tendrá una bonita tapa, ni los filetes rodeando el titulo adelantadose al nombre del autor, osea yo. Me recuerda tanto a una historia sin final, a una tarde que no quiere oscurecerse.

 
©2009 Augusto Rivarola | by TNB