Catarsis: ahora.




Estoy pensando en pensar en algo y luego bajo la música, finalizo esta oración como si mi actitud fuera determinante.
Alguien que canta al estado de animo, alguien que se saborea en la eternidad efímera de lo rápido que pasa todo, que se hace eco de una realidad inevitable, que se hace cargo de un ciclo interminablemente cruel, despiadado y poderoso.
Ahora una respuesta, alguien que pensó en mí, el reloj a las 2.15, las atractivas diagonales, mis intenciones abandonadas, El viejo varieté de 49 y 5.
Plaza Moreno es una fiesta, una inocente exposición de corazones en una conglomeración de caníbales hambrientos. Nadie dudaría en morder, todos somos alimento esta noche. Entonces empiezo a dudar de mi mismo, de las ideas y las similitudes, de los mensajes que llegan y se abren, son leídos y se disparan hacia puntos inconcretos e indefinidos que provienen de un origen singular, allí donde termina la canción, ahora camina por la recoleta, adora Plaza Francia y creé que está en París. Todavía no vio el sol, los caminos del viento son tan anónimos que se rodean de tipos con dientes blancos intentando (y a veces mintiendo) sobre poseer la sabiduría, ellos creen saber a donde los conducen. Entonces apareció el rey, la constante, la boca que te martiriza, la ironía del día a día, los funcionarios corruptos, los soldaditos de plomo que se dejaron morder el corazón en plaza moreno por los caníbales hambrientos que en sus colmillos tenían el veneno de los intereses y por eso los defienden, por eso son guerreros de algo que no pueden explicar.
Yo le pedí un minuto para escribir este texto y me extendí, no pude abreviar, porque si intentara hacerlo estaría mintiendo, porque a la polaca no se la puede abreviar en uno o dos adjetivos, porque no es motivo de análisis filosófico, matemático o psicológico, es algo más espiritual, es algo en lo que hay que creer o reventar, algo como lo que soy yo, quizás a eso me refiero cuando le digo que me conoce bien.
Son las 2,19, Skay suena virtualmente, valla uno a saber que hace Skay ahora, pero aquí en mi hogar es inmortal. Atraviesa mis oídos, se mete como haciendo un clavado en mis orejas, apuntando con la guitarra a mis timpanos, subiendo el volumen del primer Marshall que llegó al país.

AHORA: Las luces están tenues, una apunta a la cama donde he dormido, donde competí la intensidad, en la puerta de entrada esta John, Paul, Ringo y George, arriba una ordenanza, el picaporte está caído (me avisa que alguien entró), Mao es iluminado, un saxofón de madera que me regaló Angeles, un saxofón de verdad que me regala felicidad y vida, un vino aguado que no pude terminar, el desorden de siempre y la ausencia.

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©2009 Augusto Rivarola | by TNB