Ayer.

Según cuenta mi frágil memoria
ayer encontré el motivo para creer otra vez.
Me vi improvisando como el mejor, partiendo el Mar Rojo
alejándome de la sofisticada vulgaridad de la noche
golpeando los sentidos, licuandome en un coctel singular.

Resultó tan simpática la morocha, le explota la sinceridad
no tiene nada que esconder -incluso me costo creerlo-
de su sonrisa brota una ilusión, tomo el timón y fue imposible no embarcarme;
¡A recorrer la noche, a perderme lo que más pueda!
el tiempo pasa y no es aliado de gente como yo
no le gusta los tipos que quieren vivir al máximo.

Entonces se fue -como estaba previsto-
como siempre sucede.
Entonces resta esperar, puedo esperar
aprendí que no existen dos caminos iguales, que nada es coincidencia
que todo puede suceder, que no hay limites.


Ayer - 05/04/2010

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