Las cosas.

"Ya sabes como son las cosas" era el lema, tipo rayo que quemaba todo el panorama. El tronido llego más tarde, como las reacciones de sus caras y las muecas de desconcierto que hablaban por si mismas.
Ahí estaban, esnifandose uno al otro, mordiéndose los labios para no hablar, escondiéndose detrás de cualquier cortina, mejor dicho, escondiendo sus verdaderos dramas, sus verdaderos deseos y como si fuera poco, nos acostumbrabamos a vivir día y noche con todo ese pintoresco melodrama. Cuando te encontre, andabas por ahí como un mendigo sin cenar y yo, por estos lados, perdido sin una razón para encontrarme, desconcertado y con la ilusión que va condenando está reciprocidad.
"Ya sabes como son las cosas" encierra una espiritualidad de talón hipócrita que hasta quizás perdió su estado de sentimiento. La negación ante la intensidad, ante la verdad, ante la naturalidad de todo esto termina siendo el alimento de mi decisión.
No me gusta perder tanto el tiempo.

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©2009 Augusto Rivarola | by TNB