Blues III

Blues III, ¿coincidencias o provocaciones que carecen de sentido?
Arranco este nuevo texto con los agradecimientos correspondientes a los que destilan pasiones y las vuelcan en sus expresiones más sinceras luego de leer mis revoluciones interiores, los placebos inexplicables que generan en mí, y a Blues que sin ella todo esto hubiese muerto hace un tiempo ya.
A ellos y a mi mismo por perseverar mis honestos y pobres pero ricos agradecimientos.

Sobre la noche:
Cuando el sol no alumbra sobre estos lados, en tu cara todavía viven los rayos del día anterior, el pasado se esmera en condenarte sin piedad y no sirve de nada asustarse por todo esto, en cambio yo, me esmero en creer que la transición que te afecta pasara cuando las nubes tomen formas que nuestra diminuta imaginación pueda reconocer. De ahí en más podrías mirar las estrellas y no cegarte como siempre, descorchar un licor que tan frape estaba, y esperándome, yo no fui capaz de llegar a tiempo. Tengo motivos, mis Platonismos me hacen perder, se cae como un rayo la esencia que no brilla ni destell y ahora, combina con lo invisible y con lo que intentamos esconder.

Sobre la llamada:
Rebotan las ondas, voces que se dispersan por los cielos, el masón más cruel, el iluminati más esmerado no podría imaginar esta rebelión. Tu boca sangra, me desquicie al escupirte mis palabras tanto que te lástime sin cesar, boquee alguna que otra frase de lujo y acá estoy, sobornando a tus encantos para que desaparezcan, para que huyan sin vacilar, vociferando todo lo que no soy y haciéndole el favor a la ironía para no quedar tan despechado ante la desolación.
La noche que decidí llamarte no fue otra noche, como un
Adolfito más, el as de bastos en la manga y el tres de copa debajo del mantel, fui palpitando la estrategia hasta encontrar el momento y rebobine la cinta hasta la escena que más convenia, solo para conmoverte.
Empiezo a creer que somos como un film animado, donde el editor borra sus errores, donde la perfección empieza a existir y no podemos dejar de valernos ante está situación, debemos aceptar que tanta distancia no sirvió para alejarnos, si no para reinvindicar toda esta mugre, mugre en la que me revuelco, mugre en la que me baño como agua bendita, mugre tuya, mugre mía, mugre que al fin, siempre termina siendo un pedazo de amor que vive.


Está experiencia no es rica de moralejas, prefiero vivirla y nunca contarlas, prefiero enterrarme hasta la nuca para sufrir el esotérico momento que ofrece tu boca.

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©2009 Augusto Rivarola | by TNB