Para no confundir el pasado, voy sumando y restando dolores guardando los amaneceres en la misma caja que guardo tus invisibles, voy rememorando la traición y con mis manos presiono con fuerza hasta que se hace diminuta, es ese el instante de lisura que busco y el éxodo literario que necesito para que brote está heroica y deprimente prosa. El espejo no me engañaba, te mire sin cesar hasta que la física me lo impidió, estuvimos a punto de perdernos en el medio del bosque hasta que aquella criaturita nos encontró, estábamos en la punta más alta del delirio y solo cumpliamos con nuestras bocas otra vez, cruel fatiga que azoto todo esto con mi confusión y posterior desenlace, otra vez te había perdido, como jugador en mala racha, como Cocainomano , como todo lo que me vuelvo cuando no estás cerca o lejos, cuando no tengo idea alguna de tu destino ni de tu sombra, cuando ya no puedo oler tu fragancia, aunque este en esa remera, aunque este en esa prenda pero ya no pueda percibirla. El maldito tiempo pasa y vos ahí, atrapada en toda tu inseguridad, atándote a la fidelidad para imponerte limites, para no pecar, como si fuera una orden marcial y merecieras pena capital, me da miedo pensar que estoy confundido, pero lo veo en tus ojos, en su profundidad cuando los mares que intento bucear no mienten y ahí andan, inundados de redundancias y felicidad, felicidad, eso todo lo que busco.
Placeres normales y poca moral, amores libres y sin cadenas, derroches infinitos de sutilezas y un breve intercambio de palabritas comunes que son las que usan todos para contar lo que sienten, nada más. Luego te seguí hasta el infinito, estuve revolviendo basura, metido de cabeza en todos los containers amarillos de la ciudad, los monumentos se asombraban de mis acciones, se tapaban los ojos para no ver, algunos fisuraron ante la impresión, percibierón lo que era amar y quisierón tomar vida pero fallaron en el intento, solamente eran piezas de cemento sin alma y me estás diciendo que buscas lo mismo para tu corazón, no puedo permitirte eso.
Que tus deseos salgan, estado de sitio de cuerpo y de alma.
Que cese el fuego, que esa sonrisa vuelva a ser la de antes, que me enamore nuevamente.
Que mi revolución poética te atrape y cuente está verdad, que seas libre.
Que poseas esa libertad que tengo yo al tocar un Blues, que nada cambie que todo sea nuevo, que estemos juntos o separados, pero que seas libre.
Augusto Rivarola / Miercoles 9 de Diciembre. / Olavarría
0 comentarios:
Publicar un comentario