Gaona y Pujol.

Con respecto al clima tengo opinión para expresar; la única tormenta que me empuja y petrifica otra vez mi única expresión venérea sos vos. Esta claro que nada excepto una eventual muerte, que nunca seria tan cruel para quitarme un momento así podía privarme de aquel momento único.
Tampoco la fecha importa, la situación se da por constante evolucion que no considera a ningún calendario, y menos al gregoriano. Cerca de ella todo es excepción y la imperfección de su temperamento es una octava maravilla.
Yo siempre estoy en donde soy, donde las primaveras son siempre iguales, donde el sol empieza a marcar la luz de mi habitación y el día acusa por doquier a los rincones que todavía intentan colaborar con mi letargo de eternidad y dicha, con el sueño propiamente dicho.
Allí en esa horrenda situación estaba posado mi orgullo, hasta que sus pies empezaron a estar más cerca mio, hasta que sus manos, las que todavía encajan tan bien con las mías empezaron a darle calor a mis espaldas.
Esa era una típica situación que anula cualquier ocurrencia malévola del destino, cualquier mala pasada, nada le quitaría el brillo a ese instante.
Un viernes que podría ser el mismo que todos aquellos mi esqueleto orgulloso de si mismo, me llevo (como tantas veces) hacia lo impensando, hacia el frenesí de aquella pasión y hasta donde no podía ya poner el freno, donde era imposible retroceder, allí donde estaba ese imán gigante que con su master en simpleza y simpatía y su tentadora sonrisa me arrastraba sin que pueda ofrecer resistencia alguna, me arrastré la satisfacción de mismo gusto que puede preservar el paladar luego de beber de un buen Borgoña Mendocino.
En su peinado las gotas habían construido múltiples carreteras, reían e iban mudándose a grandes velocidades por los hermosos paisajes que ofrece su pelo, yo con envidia y las veía caer al vació, marcharse de allí, pero por mi decisión de no hacer caso a la tormenta, una y otras se sucedían, allí estaba mi imaginación, centrada en lo que intentaba guardar dentro de su memoria. Un abrazo tres besos y nada más, nada de calles habitues, nada de ojos que miran entendiéndolo, suponiendo algo, nada de nada. Quizás mas que nada, nada de nada era esa aventura interminable que intenta ahogarte pero no va a poder hacerlo jamás, esa aventura innata, que necesita ser vivida y revivida cada vez que muriese o le agarrase un paro cardiaco.
Los cordones de las zapatillas atados tan perfectamente, los trazos que dibujos creaban, esa intensidad que se aplico al hacer el nudo, tan sutil, con tanta delicadeza esa misma, la que ella admira no poseer en su rutina, la que esconde detrás de su simpleza desprovista de prejuicios, esa condición que me hace sonreír y fue lo que siempre me atrapo.
Su pelo invadido por las ya conocidas carreteras de gotas, el sol que no salia nunca, ese sol que se había refugiado en tus ojos, quizás perseguido por los mios que en esas dos horas de viaje perdió las vendas y vio todo más claro.
Es una pena que lo bueno dura poco, así como para el alcohólico nunca es suficiente y siempre falta un trago más, para el adicto siempre se termina y reina la manija, esta es la comparación con algunos sentimientos que minuto a minuto van decayendo, sentimientos que no logran atraparnos pero nos incitan a caer en aquella interminable e inherente sensación de nostalgia.
9 de Julio y Santa Fe, el bólido ya llegó, boleto en mano, adiós, el abrazo, lo que escondemos, lo que no nos podemos dar y hasta la próxima. Hasta que el universo nos vuelva a encontrar o hasta que nosotros volvamos a encontrarnos con el universo.




Augusto Rivarola
22 feb.

 
©2009 Augusto Rivarola | by TNB