La polaca y la ciudad..


A Silvana o mejor dicho, la polaca como la conocemos todos, no le gustaba mucho la ciudad, digamos que los sentimientos que evocaba no encuadraban en una foto de baldosas flojas y bocas de subte.
En realidad no termine de entender nunca si Polaca estaba detonada por el viaje o por las sacudidas de tren, cuando la miraba no caía que ella podía acompañarme en este viaje, de hecho lo estaba haciendo sabiamente mirándome cada vez que pretendía que yo encuentre el camino. Su sonrisa, ja, si yo le hablara de la sonrisa de la Polaca (y sonreí), hasta masticando chicle mantenía la delicadeza de dama que lleva encima, al parecer la tipa se curtió en la fea y ahora que brilla se niega a que eso la afecte.
Caminamos por constitución y el transito era un éxodo fantasma que ni siquiera aprendimos a observar esa mañana.

- dos de 1,10 ..
- ve ni, vamos para atrás..

y el colectivo que se rebalsaba como gas batido de los que se apuntan al sistema y entregan todo sin aunque sea luchar un centésimo. Aquellos, que vienen de un mundo autista fueron los capitales de la tristeza y el engaño mundial, La polaca podía verlos con sus ojos y estaba alucinada, ella era una tipa de barrio que no tenia esa cabeza y al correr de los minutos la inexpresion la altero y me susurro -porteños boludos!- pero la parada llego y no podíamos evitarla otra vez.
Nos bajamos en el pleno centro, centro de que? ¿centro de la pobreza? ¿centro del burgués? ¿centro de la incomunicación? ¿centro de la falta de solidaridad? fueron las preguntas que como por telepatía de alguien más se me plantaron en el bocho.

Fue una mañana extraña que extrañare, el tren, lo nuestro, mi polaca y la pagina en blanco de está historia que se escribe sola y tiene vitalidad.


Augusto Rivarola - 21 oktubre - Buenos aires - Argentina

0 comentarios:

 
©2009 Augusto Rivarola | by TNB