Yo sabía que la sombra era diferente.

No me encontraba aislado pero asi lo sentia.
Todo comenzo una tarde como cualquier otra. Cuando la tarde caia y el sol se escapaba de mi vista no tuve más que abrir los ojos nuevamente para poder dejar de ver, la ironia que azotaba los techos de mi conciencia dejaba de existir mediante unas palabras que no querria haber escuchado nunca.
Y con la noche crúel y el destino a cuestas imaginaba lo inimaginable para luego partir de mi mismo hacia otra soledad. De salto en salto de cama en cama no podia convivir ni conmigo mismo, el susto más grande era mi propio reflejo y la vertiginosa idea de la felicidad me asustaba nuevamente.
Claro, todo esto paso antes de que aparecieras frente a mi espectro.
Frio, como el infierno helado que solamente yo podria construir no paso mucho para decirte que sin las ironias de tu propia ironia no podria haber estádo más feliz.
Es el fin de una historia y el comienzo de otra.

Carta de una noche de sabado.

El Lunes por la madrugada vuelvo a tenerte.