La buena gente no se distingue por cuestiones de metafisica ni filosoficas, sus brillos más destacados son las migajas que dejan cada día en nuestra mesa, en nuestra historia y vida.
Es por eso que las sonrisas, los abrazos y las declaraciones amistosas no deben vacilar y perderse nunca.
Está todo dicho por hoy, ahora tu suelo es el cielo y debemos creer un poco más en nosotros.
Te vamos a extrañar Jorgito.
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