En defensa de un edificio histórico
Lo que hoy es un pub a principios del siglo pasado fue un bar tradicional. La historia ciudadana ha pasado por las mesas de La Gaviota. Ahora se dice que podría cerrar el bar. El edificio tendría destino de demolición para construir departamentos. Es imprescindible una intervención estatal para evitarlo.

Silvana Melo
smelo@elpopular.com.ar

En Coronel Suárez al 2200, donde Pueblo Nuevo se va cayendo en el parque, La Gaviota es una presencia casi anterior al caserío. Según cuenta el mismo bar, en su historia cibernética, ese hermoso viejo edificio cumplió cien años en 2007.

Fue, en la crónica viva de la ciudad, uno de los primeros bares. Donde se reunían los trabajadores a tomarse un vino, los parroquianos a apurar los naipes, los solitarios a buscar manchas de humedad en las paredes.

Es parte de la cultura ciudadana, un lunar que hace inconfundible ese cuerpo, un espacio que se fue reinventando durante un siglo hasta el pub de hoy, donde van los pibes. A pisar los mismos suelos que sus antepasados de varias generaciones.

Según trascendió, el contrato de los actuales inquilinos no sería renovado por los dueños del edificio. Que estarían evaluando ofertas para vender con un amargo destino: la demolición y la construcción de un edificio de departamentos.

La Gaviota ha sido incluido en los circuitos urbanos de Olavarría por ser un sitio destacado como patrimonio arquitectónico y social. Pero, en estos momentos, sería imprescindible una norma legal que respaldara la supervivencia del edificio. Una ordenanza que acotara las posibilidades de modificar el inmueble y destruir su valor histórico.

El subsecretario de Cultura y Turismo, Eduardo Rodríguez, compartió con José Eseverri la inquietud en estas horas. Y coincidió en que una declaración de patrimonio arquitectónico sería la única herramienta eficaz para evitar la demolición absoluta o la instalación de un supermercado, que suelen ser las lastimaduras del tercer milenio en las ciudades desprevenidas y des-cuidadas. También puede ser adquirido el edificio por parte del Estado y preservar así un pedazo de historia en peligro. En estos días, ya existe una movida en defensa del tradicional bar en la red social Facebook.

La desaparición de La Gaviota también quebraría una pata de la zona sociocultural que el Municipio pensó en Pueblo Nuevo alrededor del centro cultural del Hogar de Niñas, La Gaviota, la sala teatral La Casona, emprendimientos gastronómicos cercanos y el parque Mitre orillando todo.

Pero fundamentalmente debe ser una causa de resistencia ciudadana en una geografía donde las cosas se han perdido sin un gesto de inquietud, de impaciencia ni de reclamo. El cine Olavarría es la muestra más amarga y dolorosa del despojo sin rebeldía. De la pérdida sin reacción. Nadie se movilizó ni piqueteó ni armó pancartas en López y Cabral para que no derrumbaran el cine. Ni sacaran a patadas las butacas. Ni deconstruyeran la cultura para erigir el púlpito del electrodoméstico. El cine se fue. Y nadie se inmutó.

El bar, por lo menos, tiene que permanecer.



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