Sensiblemente Perverso.

Sensiblemente perverso.

Los efectos colaterales del pasado han llegado a estos días. ¿Amor, obsesión, asuntos pendientes? Ayer tuviste todo el oro y lo gastaste en banalidades, ayer se te presentó el amor en una de sus formas más puras y lo dejaste rodar escaleras abajo; golpeado, malherido, y jugando en voz baja, volvió en otras formas para sacudir tu actualidad.
Los dolores que hiciste nacer en el pasado, regresan a vos azotándote de un escalofriante modo, una modalidad más perversa y hermosa, una modalidad que te acaricia el alma, amaga con un beso y te deja con los labios secos y el espíritu destrozado.
El poder recíproco de la traición (y de la ingenuidad) golpea tu madurez haciéndote sangrar en tu interior de manera divina. Sentís que eso que tenés adentro va a explotar y vas a quebrarte frente a esa voz dulcemente pura y celestial, necesitas que ese sentimiento que yace en vos sea complementado y sólo encontrás restos oxidados de un pasado oscuro.
La sensibilidad humana hace estragos en vos, haciéndote saber que el material con el que estás constituido es el más débil, lo sublime del sentir juega esta noche en tu contra, y hace que quieras patear tu tablero.

Leandro Salomón
12/06/07 - 00:50hs. - Córdoba Capital

Amor vencido y taciturno

El futuro choca, dos líneas y dimensiones de tiempo totalmente desiguales se enfrentan en el mismo lugar, ese transporte que funciona como agitador de los sentimientos enclaustrados indiferentemente en algún rincón de tu espectro. Ella así mismo, refugiada en su orgullo, tímidamente se reposa sobre su fina entidad la cual vierte pensamientos a la velocidad que los destruye.
La ráfaga de proyectiles rompe en la noche y actúa firmemente en el hemisferio derecho, el cual produce líneas que cuentan la historia que se repite con similitudes en otro lugar del mundo (Olavarria).
Las miradas vuelven a cruzarse como flechas en alguna que otra cacería, sus ojos no me dejaron ver que había detrás, pero solo era para protegerme y no darme lo mismo que yo ofrecí en aquel entonces. La ternura intachable, digna de sus ojos celestes, y los momentos vividos son oscuros tenores que afinan la melodía para endulzarme y su obvio triunfo me hace sentir un idiota nuevamente está noche.
Solo supe que sus besos, sabían un gusto ignorado por mí mismo, ese que mucho después delataría que su saliva actuaba de pócima venérea que solo ella podría darme para volver a creer en ese sentimiento. Pero que este no era el tiempo ni el lugar.
Solo pediría perdón a mi mismo por la inopia de mis actos, para sentirme mejor en algún rincón de este mundo.
Sabiendo que tu suficiencia no va a ser declinada por ningún tipo de antítesis, seria mejor dejar todo así para creer en un reencuentro lejano, de esos que hay que esperarlos, pero su sabor, el sabor de tus besos y tu olor particular ahora tendrá el gusto de la victoria.
Augusto Rivarola
12/06/07 - 01:47hs. – Olavarría – Buenos Aires

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