Lo que importa es lo de adentro

Lo que importa es lo de adentro


Hace un par de semanas estaba tomando el té en la casa de mi hermano junto a algunos familiares políticos, y una chica empezó a contar que la noche anterior había conocido a un candidato perfecto para ella.

—No sé, espero que me llame. Charlamos un montón pero qué se yo. A mí me encantó. Me encantó la ropa que tenía puesta, cómo hablaba, la música que escuchaba, todo. Además, nada que ver con la onda de ahí. Divino, re tranqui, re humilde, re centrado— contaba la chica.

El relato estaba lleno de lugares comunes y alojaba, ignorante, esa esperanza cliché que tienen todas las mujeres que desean intensamente encontrar al amor de su vida: la de que existe un otro ideal para ellas. Sin embargo, no me molestaba. Sólo era la crónica desesperada de una boba cualquiera tratando de creerse que había encontrado al padre de sus hijos bailando, sin camisa ni vergüenza, en el parlante de un boliche del conurbano bonaerense.

No obstante, después de un rato, llegando al final de ese monólogo predecible, apareció una frase que tanto a mi hermano como a mí nos llamó la atención. No por novedosa —la habíamos escuchado muchísimas veces— sino porque por primera vez que la oíamos juntos y nos sonaba, al mismo tiempo, igual de idiota y absurda.

—Lindo no era. O sea, feo tampoco, pero tenía algo. Igual yo no me fijo tanto en esas cosas, a mí me importa lodeadentro— aclaró la mensa, con pretendida profundidad.

Ni bien escuché “lodeadentro” me quedé tiesa y miré a mi hermano, que se reía y tragaba galletitas desde la otra punta de la mesa. Recordé miles de situaciones en las que un tonto hablaba de ciertas virtudes y defectos intangibles de las personas como una masa abstracta de cualidades llamada “lo de adentro”. Me vinieron a la mente varias frases como “lo que importa es lodeadentro” o “es lindo por dentro” y me di cuenta que para esta gente que se autoproclama no superficial, la gente no es sus virtudes, sino que está rellena con ellas. Para ellos, somos una empanada, un cubanito, una cáscara que hospeda, en su interior, un combo que contiene cosas tan diversas como la inteligencia, la religión, la memoria, la bondad y la sabiduría. Lodeadentro es, al mismo tiempo, saber la tabla del nueve, tener mal carácter y los recuerdos del verano anterior. La gente ya no es un todo orgánico, sino que está compuesta de dos elementos esenciales: lodeafuera y lodeadentro.



Mientras seguía pensando qué otras cosas componían “lodeadentro” para esta mujer, mi hermano se adelantó y tuve que presenciar la discusión como un espectador del montón.

—¿Qué es lodeadentro? ¿Y lodeafuera, existe lodeafuera?

—Y… lodeafuera es si es lindo, y lo de adentro es lo que siente, lo que piensa, si es bueno, cómo es por dentro. Hay gente a la que le importa sólo lodeafuera— contó, resumiendo.

—¿Afuera de dónde?

—De la persona, de su interior. O sea, cómo es por fuera.

—¿Fuera del cuerpo? Mirá que yo vi lodeadentro de la gente y te aseguro que no hay más que chinchulines, y que el corazón es parecido a una colita de cuadril.

—Bueno, lodeadentro no se ve—explicó, risueña— es si es bueno, o inteligente ¿Entendés?

—No, explicame. Supongamos que un tipo es un tarado que no agarró un libro en su vida, y que sólo se preocupa por jugar al fútbol del domingo y por ir a bailar y levantarse minas ¿Es lindo por dentro?

—Y…No.

—Pero es buena persona, tiene buen corazón.

—Pero es tonto, no le importa nada de su futuro, sólo hace cosas tontas. No sabe nada, no estudia, se preocupa por cosas superficiales….

—¿Entonces, supongamos que alguien es un cirujano brillante, una eminencia, culto y educado, pero es un cagador ¿Es lindo por dentro?

—Y no…

—¿Y alguien que es bueno sólo con su familia pero caga a sus clientes? ¿Y alguien que es buena persona pero muy egoísta? ¿Y alguien que es bueno pero vago e irresponsable? ¿Son lindos por dentro?

—¡No!

—Pero todos tenemos defectos. ¿Cómo establecés si es bueno lodeadentro si todos tenemos algo malo?

—No sé, más o menos te fijás.

—¿¡Cómo?! Si lodeadentro es todo, tiene que tener todo bueno. ¿O cómo hacés? ¡Explicame qué mierda es lodeadentro! Una película que vio y se acuerda está en lodeadentro o lodeafuera…

—No sé, en lodeadentro, me parece.

—¿Y el miedo a las arañas?

—No sé, adentro.

—¿Y los pulmones?

—¿Los pulmones?

—¿Sí, los pulmones son lodeadentro o lodeafuera?

—No sé.

—¿Y el pelo?

—El pelo es de afuera.

—Pero si crece adentro del cuerpo… ¿Y las uñas? ¿Las uñas van con la tabla del nueve, los recuerdos de un verano en Miramar y sus valores religiosos? ¿Y las pesadillas? ¿Y la sangre? ¿La sangre es lodeadentro o lodeafuera?

—¿Me estás tomando el pelo?

—No. ¿Vos me estás tomando el pelo?

—¡No!

—Entonces decímelo de una vez: ¿Qué es lodeadentro?

—¡No sé! No conozco del tema.

—Ah sos una burra que sólo se preocupa por ir a bailar y levantarse tipos. Olvidate, no te va a llamar. Vos fea no sos, pero a él le importa lodeadentro.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

muy Sócrates

 
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