Nada termina aqui.

El aire viene tan raro, me llamo la atención. Puede que creer que se agudizan los sentidos y llenarnos el bolsillo de tiempo y aventuras sea un desfile de sensaciones, pero sin pensarlo un poco caemos en la precisión de que todo surge de un instante, un estallido que brota el cambio, que empieza con lo que su sucesor no puedo nisiquiera imaginar, la única razón que respeta nuestro universimundito es la del día a día, del segundo al segundo, como un relojito viviendo en armonía.
Podría decir que me mordió la mirada una catarata del estilo misionera, pero es improbable que allí corra tanta agua, con esa actitud. La sangre por mis venas y los dilemas brotando. Y nacen, al minuto se expandieron por todo el salón, desembocando en ecos y más ecos que aturden al sentido. Entonces no puedo enmarcar bajo ningún concepto el grado de fragilidad de nuestra realidad, que cuidarnos al vivir sirve para vivir también y no anclar ante cualquier aventurita llena de moralejas enriqueciendo lo mejor.
Dentro de toda esa terrible sensación se armo traicionandonos, el compilado de humanidades desoladas que cantan, imparables e imposibles de dejar atrás.
Lo demás seguirá y el cielo azul empezará a vivir otra vez, hará probablemente las pases con el sol y resplandecera brillando y brillando hasta curarte. Noches que a veces quedan cortas son hoy la prueba de que existe la eternidad, elige y lleva.

Entonces te admiro y te deseo lo mejor, adjunto en esta carta mi mi energía desde y a donde te encuentres, creare algunas melodías que te devuelvan la fe, prenderé un cigarro en tu vigilia.
La nostalgia no se va pero te acostumbras a vivir con ella canta un amigo, por ahí. Aquel que sabia porque lo decía, yo le crei, y prefiero creerle.

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©2009 Augusto Rivarola | by TNB