Curso Acerado de Chamullo . Cap II por Kutxi_romero

CAPITULO II : LOS LUGARES


Chamuyar, se puede chamuyar en cualquier lado. Lo sé, lo sabemos. Es así, en el ambiente se sabe. Pero, aún así, hay algunos lugares por defecto a los que concurrimos una vez y otra vez en búsqueda de carne nene, de carne. Aquí están estos son.

El Boliche


Y sí…. Y sí. Qué esperabas, es el escenario de la vida, la cancha de fútbol. La mesada para amasar tu pastafrola, el boliche nació para crear nuevos amoríos. No importa si sos lindo, feo, simpático, un ortiva de aquellos, un forrito agrandado, un estilista amanerado, un empleado del zoológico municipal, un recalcitrante comunista, un enfermo antisocial, un amante de los cómics o un terrorista talibán. Todos pueden, todos podemos ganar en el boliche. Sólo hay que saber cómo.
Es el lugar convencional. Miles de mujeres presentes, cientos de mujeres borrachas, decenas de mujeres calientes. Nos están esperando.
Calificación: el más común. Lo más normal. Lo convencional. No tiene mucho mérito, pero tampoco hay que restarle. Qué se yo. Es un boliche.



La Playa


Uhh… verano, olas, el viento… qué mas lindo que chamuyar at the beach. Es una alegría inconmensurable, un placer de los dioses. Uno de los lugares más afrodisíacos para chamuyar, para ganar y hasta para rebotar. Rebotar tiene su gustito en la praia.
Esta comprobado científicamente que la arena genera fuertes estímulos seudo sexuales, y que el sonido del mar puede provocar orgasmos múltiples en los oídos de las damas. Dicho con otras palabras, es posible que te vean lindo sólo por estar en la playa (quemate, no seas gil de estar blanquito que no gusta).
Ejemplo, costa argentina, pongamos un Mar del Plata, parador de una playa, te estás por comprar algo para tomar, hace 38 grados de térmica y el mar, como siempre, está frío como la san puta. Estás ahí en la barra y llega ella, divina, en bikini (gracias Dios), a lo sumo con un pareo, si es timidona… y dice “me das un licuado de durazno y naranja?”, y vos pensás, “encima cuida su salud, es sanita, me encantó”. En ese instante, las aletas de tiburón se desplegan, los colmillos de lobo cazador salen como garras, y te acercás convencido (insisto, convencido) de que la mina ya es tuya. En la playa no hay lugar para tibios. Es un todo o nada. Si vas con dudas, va a preferir seguir tomando sol con sus amigas (que no tengas dudas, están buenísimas como ella. Los motivos continúan siendo investigados, pero que van a estar buenísimas, te lo firmo). La mejor, en estos casos, y la mas recomendable, es llamar a tu grupo de amigos (o al menos a los más presentables, si traes a uno borracho y son las 3 de la tarde tal vez sea una táctica errada), y atacar al grupo entero, porque las chances, haciendo un simple cálculo, se multiplican: SIEMPRE; a alguna de las minas les va a gustar UNO de tus amigos. Eso te asegura contacto con un par de días, y un par de días es tiempo suficiente (para un chamuyero, claro) para enamorar por completo a la que elijas.
En fin, es raro, no todos pueden, generalmente hay que ser muy extrovertido, no es cosa de todos los días. Entrar, penetrar, lograr entablar conversación en la playa no es moco de pavo.
Calificación: Ojo. Sólo para expertos, la playa es un lugar divino pero difícil. Si entrás, probablemente termines casado con hijos. Si lográs entablar una relación, la playa los unirá para siempre (o para una noche, da igual).



El Bar


Claro que sí. Sí se puede y está muy bien probar, es original y es entretenido. Es cierto que no ofrece la variedad de recursos que te da, por ejemplo, un boliche. Eso no lo vamos a negar. Pero hay que utilizar el contexto a nuestro favor: gente tranquila, hablando, un bar oscuro (fundamental si te salió un forúnculo, te acabás de cortar el pelo, o si por cualquier motivo estás mas feo que de costumbre), música “chill out” (qué carajo será chill out), mesas… Jugá con la ventaja de que las mujeres no están, como siempre, bailando como bobis toda la noche. Aprovechá que por un rato, las tenés tranquilas y bien a tiro. Digámoslo, conversar en un bar es mas propicio que hacerlo en un boliche. De eso no hay dudas.
La típica es acercarse (preferentemente de a 3, si si, no de a 4 ni de a 2, de a 3) a una mesa lindera a la propia (preferentemente con más de 4 mujeres), vaso en mano y si es posible un poco copeteado, y sacar un tema. Cuanto más bizarro el tema, más chances hay de ganar. El objetivo es sentarse. El resto de chamuyo.
Calificación: Muy posible y entretenido. Hay que probar, altas chances. Es difícil que se nieguen a dejarte sentar (aunque hay yeguas que lo hacen).



La Calle


Llegamos al paraíso. El Edén, el rey, el príncipe de los escenarios. La reina. La calle es el lugar más difícil, mas imposible, más impenetrable para el chamuyo del buitre. Buitrear en la calle ya es digno de admirar. Ganar en la calle se puede, pero nunca nadie lo hizo.
Y no me refiero a una peatonal, donde está lleno de mujeres prontas para salir, arregladas, caminando de acá para allá, enloquecidas por encontrar un hombre que finalmente calme sus ansias. Tampoco me refiero a esas Grandes Mujeres, con mayúscula, que alquilan su amor al mejor postor, que en la calle, y de noche, podés encontrar tranquilamente y más que chamuyar vas a tener que garpar.
No, me refiero a una calle convencional, no sé, un Leandro Alem y Libertador, un 9 de Julio y Santa Fé. La calle propiamente dicha. Qué lugar señores.
¿Nunca viste en la calle una minita que te volvió loco? Que te das vuelta y decís, “la $)”/$)!($% madre, como ¡”(#!=?/$ va a estar con ese /%”&$% y no conmigo, hija de “!($/%”&, dios mio… que ¡/”#&$)”, la re ¡(#&/$ que los parió!” (y más insultos también, lo sé, lo sabés).
Bueno, imaginate por un momento ir y entablar conversación, desplegar chamuyo, utilizar tácticas milenarias de seducción: en otras palabras, ser un ninja sigiloso enamorador de quinceañeras (chicos, en Argentina es legal a partir de los 18, anótenselo en la mano). El sueño del chamuyero.
Calificación: el imposible, el cacique, el Zar de los escenarios de la vida misma para buitrear. Si sos tiburón, intentalo. Aunque pierdas, te bancamos a muerte. Si ganás pegame un tubazo y contame todo.



El Casamiento


Tranquilo, el casamiento pero de otro. Sabemos que el buitre es soltero por naturaleza. Mundialmente famoso gracias a Rompebodas (gracias Owen Wilson por mostrarnos que hay nuevos mundos que explorar), este escenario de chamuyo es, digámoslo… especial. Imaginate. Casamiento de un amigo/a/primo/pariente lejano, o simplemente, un desconocido, utilizando la ya legendaria táctica de colarse y chupar gratis (alcohol, malpensados). La novia suele invitar a sus amigas de la secundaria, de la facultad, inclusive algunas excitadas invitan amigas de la primaria, del curso de botánica, en fin, un abanico de posibilidades prácticamente infinito. A la variedad y cantidad (y tal vez calidad) hay que sumarle el contexto: nada más sensible al amor que una soltera en un casamiento. Estudios de dudosa procedencia aseguran que una mujer soltera en un casamiento tiene un 44% más de posibilidades de darte pelota, que esa misma mujer en otro momento o lugar. Por lo tanto, tus chances aumentan con el sólo hecho de entrar al establecimiento. Apelá al golpe bajo. Lográ que crean que serías un padre ejemplar y al mismo tiempo un amante de la diversión. Hacelas sentir, por un momento, que se podrían vestir de blanco.
Por otro lado, y para confirmar su condición de gran escenario, los casamientos suelen tener una característica común: las mujeres son mas lindas. Tal vez gracias a las 18 horas de producción que les llevo arreglarse para ir a la fiesta, tal vez gracias a las 41 capas de maquillaje que tienne, o a las 20 veces que fueron a la peluquería, no lo sé, pero están lindas. Y la misma a la que en un boliche no le tirarías un tiro, acá es Evangelina Anderson. Atenti con verla a los dos días y que sea Gladis Florimonti. Guardiola con esto.
Calificación: los casamientos son espectaculares. Alcohol gratis, gente borracha, mucho baile, mucha soltera sensible, y muchas (muchas) mujeres producidas y divinas. Altamente recomendado por quien les habla.



La Oficina


Atención, laburante! Hay que decir dos cosas a modo de preámbulo: 1) “no mezcles lo profesional con lo personal”. Esa frase tan trillada y que a priori uno dice “pero me chupa un hue…”, debo admitir, tiene mucho de cierto. Relacionarse más allá de lo sexual (e incluso sólo sexualmente) con una compañera de trabajo puede traer tantas satisfacciones como problemas. 2) Cómo nos gustan las compañeras de trabajo. No me pregunten si es por el gustito de fingir de día y concretar de noche, no me pregunten si es porque está lleno de bombas sexuales (lo está, no lo nieguen), no me pregunten por qué, pero es así. A quién no le gustaría hacer un pequeño encame con esa chiquita de Administración que tan linda voz tiene por teléfono, y que cuando la conociste personalmente (porque bajaste al piso 2) no te decepcionó. Quién no se ha arreglado particularmente para ir al trabajo porque sabe que en el escritorio contiguo trabaja una zorra de esas que se ven en los años bisiestos. En fin. Qué lindas son.
Ahora sí. Como escenario, y en términos generales, resulta un lugar poco cómodo para chamuyar. En primer lugar, porque tal vez tu jefe ande cerca y te exija más laburo y menos cháchara. En segundo lugar, porque tal vez generes odio entre los hombres, que mientras fotocopian recibos te miran como diciendo “yo laburando como un pelotudo y essssste (si, con muchas s) no para de chamuyar”; y quedes como un pajero ante las mujeres (aunque después de todo, pensándolo bien, uno siempre queda como pajero). Ahora bien, dejando de lado el tema comodidad, qué gran lugar para el chamuyo. Qué lindo, cuánta emoción, verla todos los días, el acercamiento, el chamuyo en cuotas (porque claro, no le tirás los perros de una, sabés que si rebotás como una pelota, al otro día la volvés a ver, y ya lo va a saber toda la oficina), los comentarios intencionados, la respuesta tímida de ella ante los estímulos que no dejás de lanzarle… el típico “che, y salís este finde?”, con muchas ganas de que la respuesta sea “no, mis amigas se fueron de viaje al Principado de Andorra y vuelven a fin de año, estoy sola y encima me RE aburro en casa SOLA, miro pelis, como helado…” y con cada palabra que continúa vos te babeás más y más.

No se puede dejar de comentar, no obstante, lo siguiente: las oficinas son, habitualmente, un nido de histéricas. Vas a encontrar muchas veces una mina divina, que te trata como si quisiera tener 9 hijos con vos, que (según vos, claro) “no me para de tirar onda boludo, es tremendo”, y muchas otras cosas, pero en realidad se trata de la típica “es así con todos”. Te dice que tenes lindos ojos, y cuando viene el de Comercial a traerle unos papeles le dice “te queda re lindo el pelo así”, y al rato decís la puta que los parió, o está enamorada de todos o nos está pelotudeando a todos. Nunca olvides el principio “La que es de todos, es de nadie”. Tal vez lo hagan simplemente por su personalidad repleta de histeria, tal vez porque la psicóloga les dijo “fortalecé tus relaciones laborales”, en fin, todas esas cosas que dicen los psicólogos, y que claramente nos perjudican. Guarda con esto.
Calificación: todos lo hemos hecho y/o intentado. Hay buenas chances, y lo interesante es que se trata de un chamuyo a largo plazo: un poquito cada día, paso a paso, diría Mostaza; nada de apurarlas. Caminá con pie de plomo, pero adelante.



Lugares poco convencionales (pero no menos entretenidos)

La Iglesia: alto, hereje! Se puede, pero es difícil. Hay dos problemas fundamentales (en caso de que ganes): 1) tal vez quiera virginidad hasta el matrimonio. 2) tal vez te vayas al infierno. El infierno vaya y pase, pero la virginidad… Exceptuando esos detalles, el lugar es válido y se sabe, se sabe, en el ambiente se sabe, que las mujeres que uno ve en la Iglesia son superlativamente bellas. Sólo hay que animarse.
Transporte público: Esto incluye colectivos y subtes. Es de público conocimiento que en cada colectivo viajan 2 mujeres increíbles por cada 15 pasajeros, y que en el subte viaja una yegua por vagón, en un día promedio. Apoyarlas es válido pero sólo dará placer instantáneo: nunca vas a llegar a enamorarla (si lográs enamorarla apoyándola es una perra de antología, casate). Si ganás en un transporte público no sos Dios, pero sos un Moisés, un Abraham.




CAPÍTULO III: TIPOS DE MUJERES


Por último, vamos a hablar de un tema fundamental. ¿Con qué se encuentra el cazador a la hora de ir en busca de su presa? ¿A qué nos enfrentamos? ¿Qué podemos esperar del otro lado? Bien, en este apartado analizaremos, en términos generales, algunos puntos comunes en las mujeres, situaciones y estilos de mujeres con los que nos toca convivir día a día. Por supuesto que hay mil tipos de mujeres más... Pero a modo de ejemplo y tomando a grandes rasgos las características, estas fueron las seleccionadas. Aquí están... ellas son.

(Nota: las imágenes a partir de este momento dejan de ser de los Simpsons, por la sencilla razón de que no encontré fotos que describan estos tipos de mujeres; sí algunos, pero no todos. Por eso cabe aclarar que todas las imágenes que aparecen a partir de ahora son ilustrativas y corresponden a gustos y opiniones personales. Me hago cargo de todas ellas. Sí, a vos te hablo, Gladys Florimonti)



La Perfecta


Características: citando al Bambino “eeeesss una cooosssa de looocos”. Pero una actitud que deja mucho que desear.
Ella no mira, ella examina. Ella no camina, se desplaza. Ella no toma, bebe sorbos sensuales. Ella no combina la ropa, la ropa le combina a ella. Es el clásico, el típico 10. La chica 10. Es divina. Es una diosa del Olimpo. La más linda entre las lindas, esa que antes que llegues, ya se la chamuyaron 160 tipos, muchos de ellos más lindos que vos, pero rechazó a todos, sin siquiera llegar a conocer su nombre. No le interesa tu dinero, tus facciones, tu simpatía, tu swing para el baile. A primera vista, no le interesa nada. Es más, la ves como aburrida, como con fiaca, como con ganas de irse, mientras sus amigas bailan. Pero atención: imposible is nothing. Algo le tiene que interesar, sólo hay que saber cómo entrarle.

Aquí lo interesante. Es común en el ambiente, digamos en la atmósfera de los chamuyeros (esos que tienen los satélites prendidos y son capaces de darse vuelta toscamente porque a 155 metros se acerca una mujer a la que sin dudas, advirtió por su aroma), ver alguna de estas yeguas, las imposibles, las intocables, de la mano con un mamarracho, medio narigón, medio petiso, medio sucio, medio pobre, en fin, todo medio, ni siquiera es feo completo. Ni asco produce el tipo. Y la ves ahí, de la manito, a los besitos… y delante de todos eh! Eso sí, delante de todos. No lo oculta. Lo muestra. Dice, “este es mi novio”, está orgullosa de él. Y ahí recurrís a la frase (que suena envidiosa pero no lo es) “Es la ley del embudo, la más linda con el mas boludo”. Y vos dirás… tan boludo no es, si está con ese minon. Error. Es un boludo. Pasa que estas zorras, estas lobitas descorazonadas, después de tanto rechazar gente linda, por alguna extraña razón (que continúa siendo investigada por nuestros científicos en el CONICET) se fijan en gente fea y boluda. Y si no es fea, extraña. Y si no es extraña, distinta. O una combinación de todo esto. Feos, tranquilos: esto no significa que por ser un bagallo, freak y bicho antisocial, vas a conseguir a una de estas potras. Es más, todo lo contrario. Dedicate a la apicultura y hacé voto de castidad. Amigate con el sistema hermano. No te confundas. Esto solo una advertencia, un llamado de atención, para finalmente, todos juntos, de la mano, decir: SE PUEDE. ¿Es posible? ES POSIBLE. Es una cuestión de fingir. Simular. Mentir. Semblantear. Analizar. Nada es improvisación con las mujeres… Todo es cálculo. Sólo hay un axioma que debe ser respetado: “sé diferente”. Por más que seas Gael García Bernal, si vas a encararla del mismo modo que se la encararon los otros 160, vas a rebotar igual que esos otros 160. Sé original. Jugá con tu personalidad, si es que la tenés. Si no la tenés, inventate una, y que sea distinta. Llamale la atención. Y vas a lograr ser el “boludo” de la ley del embudo. Vamos para adelante.



La histérica


Características: nunca en la puta vida vas a entender qué quiere.
Señores, llegamos al paradigma, al modelo vivo de la mujer argentina actual. El terreno más fértil para insertar nuestro chamuyo. Después de todo, si la mina es fácil, ¿dónde esta la belleza de la conquista? Lo que cuesta, vale hermano.
Las histéricas conforman un abanico amplísimo: las hay espantosas, feas, normales, regulares tirando a pasables, dables, compañeras sexuales en ocasión nocturna, potras irrefrenables y ángeles caídos directamente del cielo. Pero todas tienen algo en común: se divierten con vos.
Suena duro, lo sé. Es la dura realidad. El primer paso para resolver nuestro problema es aceptarlo. Sos para ellas un juguete. Te están BO-LU-DEAN-DO pibe. Asumilo. Una vez asumido, el resto es más fácil. Lo asumiste? Te doy 20 segundos. Ok. Sigamos.
Te acercás. Es una presa más. Conseguís llegar a una charla, estás entablando la conversación… y ella, ella duda (eso te hace creer, en su cabeza ya tiene bien claro qué va a hacer y qué no), que sí, que no, te cierra la puerta pero deja el pie puesto, como que no está del todo cerrado el asunto… Y no sabés que hacer. Le tirás la boca y no se enoja, se rie pero te la corre. Y decís, puta que lo parió, aunque sea andate enojada. Te entiendo, nos pasó a todos. Hay una táctica. Seguime chango.
Después de años de estudio exhaustivo, de investigación profunda y desinteresada, la Organización Mundial de la Salud ha dado una sentencia que, si bien se intuía en el ambiente, no deja de ser un alivio, porque nos entrega una solución a este problema universal: si querés ganarte una histérica, pensá como ella. Esa es la regla que hay que seguir. Todo se aplica. Todo se amolda a esta regla. A ver.

Están hablando, y ella tiene trazado en su cabeza (atención, generalmente son cuasi idiotas, con severos trastornos a nivel psicológico y neurológico, pero para boludearte, son astrofísicas profesionales) todo lo que va a hacer y lo que no va a hacer con vos. Ejemplo: “si me tira la boca, se la corro. Si me abraza, lo abrazo. Si me dice que soy linda, le digo que él también. Si me vuelve a tirar la boca, se la corro y le pregunto qué quiere. Si me pregunta si tengo novio, soy ambigua en la respuesta. No me voy. Me quedo a hablarle un rato, me divierte. Al final, le doy unos besitos (o no)”. Este mecanismo, que parece sencillo, es un encadenamiento milenario de pensamientos que se transfiere genéticamente de madres a hijas. Es decir, si ganás y te enamorás, te espera una suegra del recontra carajo. Este modo de pensar, decía, se remonta a épocas ancestrales, en las cuales las mujeres antiguas ya histeriqueaban de igual modo (o peor) a los hombres de la época. No nos vayamos de tema.
Ahora bien: pensemos como ellas. Invirtamos la situación: ella tiene trazado un plan de acción en el cual contempla todo lo que haría un pobre infeliz como vos, sediento de amor, caricia y chape. Pues bien: hacé lo contrario. En el momento en que le tirarías la boca (ellas lo saben, lo intuyen, no saben manejar un simple auto, pero intuir cuándo vas a tirarles la boca, eso lo hacen perfecto), saludala y decile que te vas. No te acerques, fingí desinterés (no macho, no te vayas, tranquilo, un pequeño desinterés. Después de todo, vos mismo fuiste a chamuyar). No te desesperes. Resumiendo: histeriqueá. Es la kriptonita de las histéricas. Su punto débil. Su talón de Aquiles. En fin.
Atención: no te asegura nada. Esto solo te otorga una chance, que puede funcionar, o puede no hacerlo. Pero no hay dudas de que siguiendo cualquier otro tipo de alternativa, vas a fracasar rotundamente, y no te va a quedar otra que volver a tu casa, triste, solo, comerte una empanada que sobró de anoche, tomar un vaso de coca, masturbarte viendo I-SAT y a la camucha, hasta mañana. El histeriqueo con las histéricas te abre una puerta que, si sos hábil y la mina pica, no se cerrará jamás.



La Fea Ortiva


Características: particularmente fea, particularmente mala onda.
Este es un caso emblemático, por lo indignante. A pesar de lo que se puede pensar a simple vista, es la única mujer que representa un desafío insuperable para un chamuyero. Sencillamente no hay solución. No puede resolverse una situación que involucre a estas infelices. Es triste pero real.
Te chamuyaste a todo el boliche. Completo eh. No quedó ninguna sin probar. Todas ellas te rechazaron, obviamente (alguna hirió tus sentimientos, o incluso tu físico). Estás medio entonado, a punto caramelo, te tomaste un Caruso Lombardi con Speed y venís embaladísimo, no te desanimás, a pesar del constante rebote. Pero no te querés ir sin chape. Es esencial. Fuiste a bailar, pista de cumbia, pista de electrónica, semblanteaste en rockandroll, y nada, no entró ni una, y vos, chamuyero de ley, macho argentino, no te podés ir sin picotear algo. Brindo por la actitud.
Ahí decidís ir a buscarla. Salís a matar, a todo o nada. A buscar a la fea. La fea que nadie quiere. La narigona. La bigotuda. La culona. La que le está sangrando la nariz. La que está vomitando contra una baranda porque empezó a tomar a las 6 de la tarde vino en cajita, siguió con cerveza Bieckert y culminó con altas dosis de Fernet Capri, un mamarracho absoluto, esas minas que no te acercás ni para pedirle fuego porque tenés miedo que te afane. Esa mina. La que nadie se le arrimó en toda la noche, un poco por su aspecto y un poco por su aroma. Ni hola le dijeron. Ni amigas tiene. El famoso y nunca bien ponderado bagarto.
La ves, ahí, media escabio, media rota, con ojeras, no se depiló las axilas, un desastre. Encima tiene pinta de rápida, la muy zorra. Vos tenés el estómago que te está pidiendo el divorcio. Te zumban los oídos. Estás mareado. Preocupado. Son las seis menos cuarto y no te dieron ni un piquito. Venís caído anímicamente pero con ganas de levantarte. La viste. Te acercaste.
Entablás conversación y la notás cortada. Notas que algo no anda bien. Esa mancha de fernet en su musculosa blanca agujereada te hace pensar que de seguro está medio tomada, por eso lo tomás con calma y proseguís. Van dos minutos y medio de chamuyo, no te dijo ni la edad, y ya tiraste la boca. Y bien hecho, sos un tiburón, un buitre, un chamuyero, que está soportando estoicamente su color verdoso y su olor a zarigüeya. Ya está, claro, dame un beso lobita, que me voy a casa con saliva ajena, al menos (esa frase suena fuerte, lo sé). Te banco, te bancamos todos nene.

Pero no va nomás que la mina se te ofende. Te saca. Te empuja. Te da una cachetada. Te patea. Te insulta y luego te escupe. Se va ofendidísima, medio tambaleando, con el culo de dos plazas que tiene, moviéndolo, se le cae el jean y se le ve el comienzo de la raya del culo. Y vos te quedaste sólo, otra vez solo, y con el duro golpe de que ese proyecto de mujer, qué digo de mujer, ese proyecto de ser humano, te rebotó. Y vos, que fuiste, ahí tranquilo, a lo seguro, a lo que nunca falla… te llevaste un uppercut que te noqueó, estás sin respuestas.
Amigo, compañero, debo decirte que aún no se ha hallado la solución para estas mujeres. Hay quien ha sugerido llevar un espejo de mano en el bolsillo, para sacarlo antes de tirar la boca y mostrarle a la presa (en el más amplio sentido de la palabra presa, porque hay chances de que haya pasado por el penal de Ezeiza) cuán desagradable es su rostro, cuán tupido está su acné, y cuántos carditos le sobran por debajo de la nariz y por sobre la boca. No está comprobado, y aunque intentando no se pierde nada, considero que llevar un instrumento ajeno al chamuyo para chamuyar un pobre bagarto que no se dio cuenta que lo es, puede considerarse en cierto modo exagerado. Por mi parte, lo dejo a tu criterio. Pero a tener cuidado con estas zorras, porque no sólo rebotan. Lastiman.



La Extranjera


Características:Exótica. Intrigante. Distinta. No le entendés un carajo cuando habla.
Qué lindas son las extranjeras! No me digas que nunca dijiste algo como “la verdad que no es la gran cosa… Pero es gallega boludo, me mata la tonada!”. Si no lo dijiste, es hora de que lo digas. Anda a un boliche turístico (bueno, no tan turístico, mirá que está caro el asunto), arreglátelas, y conseguí un buen ejemplar de estas lobas, porque juro ante Dios que no te vas a arrepentir.
Ponete en su lugar. Te vas a otro país, lejos de las responsabilidades, la familia, ¿la novia?, los compromisos, la gente conocida… Todo es nuevo. Estás listo para hacer destrozos sin que quede la menor evidencia. Como se dice habitualmente, si “lo que pasa en Bariloche, queda en Bariloche”, ¡imaginémonos donde quedan las cosas que pasan en otro país! Esta situación, ideal por donde se la mire, se ve aún mas acentuada en las mujeres. En primer lugar, porque tal vez se liberan más de las formas y quieren hombres, hombres y mas hombres. En segundo lugar, porque también es probable que vengan de un lugar con la cabeza más abierta, más liberal y… en fin, que le guste más la joda que el helado de limón. Y vos, chamuyero, vas a aprovecharte de ellas.

Si se trata de una extranjera de países limítrofes, de más está decir que la brasileras afanan. Sangre caliente, carne abundante, es casi seguro que baila mejor que Pampita en el caño, y esa tonada, a mi no me joden, fue inventada para calentarnos. Como buen argentino, es probable que creamos que sabemos hablar en portugués. Esto puede resultar muy gracioso y recomiendo hacerlo (“voce quere danzar cunmigu? Coomo le gusta la jodinha a la garota!” y cosas aún más bizarras). Si preferís ser vos mismo y hablar en castellano, la realidad en este caso es que ella nos va a entender todo lo que digamos, y nosotros no vamos a entender un carajo de lo que nos dice. Qué te importa, después de todo. Vos asentí, decí que sí a todo, y si Dios quiere ligás brasilera. Eso sí, que no se te ocurra hacer la pelotudez de ponerte a discutir sobre Diego y Pelé (primero, porque el Diego es más grande y no hace falta discutirlo, y segundo porque pocas cosas están mas lejos del chamuyo que el fútbol. Duele pero es así).Esto también puede resultar muy gracioso, y también recomiendo hacerlo (todo me viene bien, por si no se dieron cuenta).
Si se trata, en cambio, de una extranjera de un rincón más lejano, pongamos Europa o Estados Unidos, bueno, habrá que pilotearla con el inglés, italiano, francés, o lo que sea que hablen. Todo sirve, y si hay que adecuarse, tratá de imitar su tonada y aplicala al español. Las europeas suelen ser divinas, en cambio yanquis hay de todo tipo, aunque por lo general son imperialistamente putonas. Y de última, ¡es extranjera!
Las españolas cotizan en bolsa: hablan en tu idioma pero pronuncian de una manera que te volvés loco. Y encima, es sabido que también a ellas les resulta curioso como hablamos los argentinos. Todo esta dado, no la dejes pasar.
Otros destinos más exóticos son un misterio, te pueden salir bien o mal, las culturas son distintas y las costumbres también, pero siempre hay que intentar: si tenemos suerte, y le ponemos garra, nos llevamos una Copa Internacional, otra más para los estantes.



La Doble G (Gordita Gauchita)


Características: excedida de peso, y de amor.
Está bien, digámoslo, no tiene el cuerpo de Dolo Barreiro. También es propicio admitir que su cara dista de ser lo que buscamos. Pero cabe a su vez un reconocimiento: no hay mujer en este mundo con más amor y afecto para dar que una Doble G. Son esas minas que se sacan un “muy bien 10, felicitado” en simpatía y buena onda. Nunca te van a dejar pagando, si te acercás a hablarles siempre van a tener a mano una sonrisa, una respuesta larga, una pregunta por tu vida y un claro interés en seguir hablando con vos. Olvidate de escucharles una respuesta monosilábica, cortada o con poca actitud.Y a la hora de los bifes, no creas que va a arrugar: siempre dispuesta para la batalla, es una especie de Indiana Jones del amor. No te falla nunca, es la rueda de auxilio de todo hombre hambriento de cariño.

Estas mujeres, vale también la aclaración, son muchas veces las que hacen de intermediarias entre vos y una amiga de ella que te fichó. Las mujeres, por un tabú que seguimos intentando comprender (aunque cada vez menos, gracias a Dios), muchas veces temen acercarse a un hombre, sea por el miedo al rechazo, al ridículo o al qué dirán. La Doble G ha construido, Gauchita como ella sola, innumerable cantidad de parejas (ocasionales o definitivas) gracias a su infinita solidaridad. A quién no se le acercó una Doble G y le dijo “Hola, no te gusta mi amiga?” (está bien, que la amiga suele ser un desastre, es cierto, pero eso es jurisdicción de la Ley de Murphy y no mía).
Todos, a lo largo de nuestra vida chamuyera, hemos recurrido a la hermosa (y pocas veces bien ponderada) Doble G. Y todos hemos partido absolutamente satisfechos, con una plenitud que sólo ellas saben dar. Nunca un “esto no”, nunca un “pará, no te desubiques”. Y si es necesario, las que van para adelante son ellas. Si una Doble G te fija en el boliche, no te vas a enterar porque no deja de mirarte, sino porque se acercó y te preguntó tu nombre, y, presentaciones mediante, te empieza a chamuyar ella a vos. No tienen miedo a nada, y la palabra “complejo” no figura en su vocabulario.
Brindo por ellas: gracias por tanto, Doble G, perdón por tan poco.



La Posible


Características: Parece imposible. No lo es.
Por último, vamos a analizar el particular caso de lo que hemos dado en llamar “La Posible”. Ha recibido, a lo largo de la historia, otros nombres, como por ejemplo “La Gloriosa”, “Simplemente Gracias”, “No Puedo Creer Que Me Diste Pelota”, y “¿Vos Me Viste Bien?”.
Se trata, claro está, de aquella mujer que uno ve pasar, vamos a ejemplificar, en el boliche, y se da cuenta al instante que está mirando a la mujer mas linda del recinto, y sin que quede lugar a ninguna duda. Previa consulta con tus amistades, lo confirmás (Vox Populi, Vox Dei): no hay zorra en ese boliche que pueda atarle los cordones. Vos sos conciente y realista: no sos el rey de la pista, no sos precisamente George Clooney, y no sos un chamuyero estilo Darín en Nueve Reinas. Sos gauchito, pero la realidad te derrumba: no alcanza. Aún así, y siguiendo un mandato de vaya uno a saber quién o qué, inspirado en una confianza del más allá (una confianza que nunca habías experimentado antes), vos te acercás lentamente, como quien no quiere la cosa, trago en mano (si es por lo menos el quinto, esto podría explicar la confianza “del más allá”), paso firme, estabilidad dudosa, corazón en mano y chamuyo en la boca, directo hacia el objetivo, directo hacia… en ese momento, La Imposible.
Embarcado en tamaña hazaña, de tintes épicos sin lugar a duda, tenés dentro tuyo una contradicción: una mitad de vos te está diciendo “andá papá, que es tuya”. La otra mitad insiste en gritarte “sos un pelotudo, se te va a cagar de la risa”. Antes de llegar finalmente al objetivo e intentar abordarlo (al mejor estilo bucanero del siglo XVIII), das media vuelta para ver las caras de tus amigos, que indefectiblemente resulta una mezcla poco disimulada de risa contenida y expectativa por el rebote inminente. Vos lo sabés: tienen más ganas de que rebotes que de ver a Argentina campéon del mundo en 2010. Lo ves en sus rostros poseídos por el demonio. Eso, sin embargo, no socava tu confianza, y seguís para adelante. Llegaste.
“Hola”, le decís, un poco temeroso, un poco fingiendo ser un ganador, un poco esperando el cachetazo. Y de pronto, una luz cegadora, un disparo de nieve (gracias Silvio), un momento sublime, ves tu vida pasar por delante de tus ojos (en blanco y negro, obvio), ella se detiene, te mira, y escuchas el tan ansiado… “Hola”.

Estás en tu salsa. No sólo está retetrabuena, sino que tiene voz, y no es joda, de ángel. No tenés dudas que si se pone a cantar una de Whitney Houston, gana Operación Triunfo 4, por afano (puede tener voz de camionero, pero te juro que cuando la escuches contestarte con amabilidad, va a parecer de ángel). Y vos, que fuiste con la idea “perdido por perdido…”, te llevaste de regalo la respuesta de esa Diosa del Olimpo, que, ya no hay dudas, quiere conversar con vos.
Es este el momento, y no otro, de darse media vuelta lentamente, ojear a tus amigos y ver esas caras, las mismas que hace instantes contenían las risas, relamiéndose de envidia por tu pequeña victoria. Es placentero, lo recomiendo.
Ahí te ponés a hablar, y descubrís que además de ser hermosa, tener voz de ángel, y de haberte contestado (lo cual ya valorás), la mina es simpática, femenina, buena onda, y, ya no hay dudas, quiere chacha con vos (reemplazá la palabra “chacha” por lo que quieras). Vos no lo podés creer, estás en el cielo. Lograste que la Imposible sea Posible, y para vos. Sos un héroe de tu tiempo, y todos lo sabemos y te bancamos. Yo, como diría Zambayonny, te considero mi hermano. Dale para adelante, no aflojés, y pase lo que pase (por el amor de Dios) pedile su MSN, ICQ, teléfono particular, celular, DNI, grupo sanguíneo, Código Postal, lo que vos quieras, pero un dato llevate. Puede dar para largo y te puede hacer muy feliz.
Qué mas se puede decir, si es que caben mas elogios: esta mujer, además de proporcionarte una inmensa alegría desde todo punto de vista (sexual, psicológico, antropológico, filosófico, intelectual e incluso higiénico), va a lograr que adquieras una confianza tal, que a partir de ese momento no vas a parar de repetirte “si yo me gané esta mina, me puedo ganar cualquier mina”. Y ahí está. Lo descubriste. El secreto del chamuyo, ese secreto que nunca debe ser dicho a viva voz, que debe ser guardado y conservado por la importancia de que cada uno lo descubra solito. “Me puedo ganar cualquier mina”. Pero claro papá! Esa es la clave. La Imposible, ahora Posible, es la que nos da la enseñanza fundamental en esto del chamuyo. Como dijo Enrique Bunbury, “Todo arde si le aplicas la chispa adecuada”. De eso se trata.

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