Cuando los caminos se cruzan.



Cuando nuestros caminos se cruzan inexplicablemente hay un choque. Creo por cierto, que lo irrespetuoso del asunto es ese infantil destino mordiendo los bordes todo el tiempo, jugando al alquimista ebrio, falleciendo y desfalleciendo continuamente. Destino, fue el que consiguió un pasaporte hasta este juego, que una noche tomo el silbato y dirigió el juego tanto tiempo como pudo, que cuando los 90' pasaron se hizo cargo de las finanzas, del plantel, de tu sonrisa, de nuestras caricias y nos expulso por completo cuando se aburrió de toda esa cursilería.
A"el destino" no podía pasarlo por alto, no estaba en mis opciones tomar cualquier venda empapada de mertiolate y curar mis ojos, la costumbre siguió insinuando un saludo más que común, más que diferente y una partida que se aprovecho de mi brújula descompuesta y me tomo por desprevenido, vos por la derecha, yo por la izquierda, hacia el norte o hacia el sur, nuestros caminos se cruzarón, chocamos y otra vez partimos hacia diferentes sensaciones pero caminando hacia atrás hasta perdernos de vista.
El primer sol del año no se mostró tan confiado, apareció sin alertar a muchos, que agotados por el jolgorio festivo de espíritu "prospero" iban regresando a sus camas para procesar los recuerdos que entraban como tiro en la sien. Fue una tarde como cualquier otra, más domingo que viernes, más extasiada que sábado por la noche, su figura rondaba por mi cabeza y por algún poder místico de atracción. Hubo conexión, pensándolo firmemente pero sin pedirlo apareció del otro lado del bulevar, otra vez, como si el dibujante se riera de nosotros y la caricatura fuese una novela tan poco repetitiva..
Otra vez el huracán, los big bangs, las erupciones hormonales, las increíbles sensaciones que a partir del instante de ingenuidad lograba concebir. Cruce la calle sin dudarlo, tragando la poca saliba que mi boca creaba, los nervios se habian llevado hasta mi verdadera sonrisa y una hipotermia que te auyaba el corazón, alimentaba a tus pies para no aflojar al ritmo e intentar escapar. Hay películas que fingen tener otros guiones, que intentan cambiar los actores, que se mienten y creen posible que el reparto sea protagonista, que la música era una guitarra desafinada, que el final, y sobre el final mejor no hablar, los descenlaces de Humprey no me hacen bien, el siempre tenia mucha suerte lo que a mi parecer era un milagro o un don, aunque también puedo tomarlo como un castigo divino.
Apuré el paso, tendí mi mano y tome la suya con la gentileza de una sonrisa falsa llena de nervios, con la duda en la proa empecé a navegar en ese desconcierto fatalistco que sin rumbo ordenaba encallar ante cualquier clemencia.
Era mi interés no agachar el hocico, poder ladrar lo que fuese y volverme a perder por las calles como un perro vagabundo, era mi historia, la fiebre de mis sueños, la escalera que iba a subir y los cerros donde pensaba morir.
Y asi fue, como si nada más, como todo lo que pude escribir, como nada de lo que pude sentir, al parecer el tiempo crea ilusiones que no son, prefiero culpar al tiempo, prefiero culpar a mi espejo al verme reflejado y no insinuar que ella lo hace aproposito. Prefiero perder el tiempo en vicios y todo lo que los rodea, prefiero auyar por las noches como un perro incomprendido, porque nadie escucha a los perros, nadie los comprende y esa es mi carta ganadora.
Cuando los caminos se cruzan, es inevitable que nos choquemos, que nos besemos con las miradas y que otra vez neguemos la responsabilidad. Las partes vuelan, estoy golpeado y el asfalto quema, otra vez al suelo, otra vez lejos de vos.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

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